El cariño, el anhelo y aquellas sonrisas que antaño destilaban algo indescriptiblemente maravilloso, se tornan paulatinamente y de forma sibilina en desdén, en irritación hacía los propios atisbos de amor por aquella persona que despertaba en ti: Pasión, hambre y ternura por igual. Las palabras, llenas de dulzura y afecto, se tornan en tormenta de excusas vacías por tratar de ser un YO y nunca más un NOSOTROS. Tan vacías como me siento al tratar de no mirar sus fotografías o mensajes de mi teléfono móvil; instantes de sonrisas y momentos inmortalizados, testigos de nuestra fulgurante felicidad. Esas mismas imágenes que en estos momentos de tristeza soy incapaz tampoco de eliminar con un simple y rápido toque de botón.
Un vacío imposible de llenar salvo por los ríos de llanto desconsolado que apenas nadie a tu alrededor sabe o quiere apaciguar. Un vacío cual espacio exterior que enmudece tras unos “ya no te quiero”, “esto no funciona” o “ya no siento nada por ti”. Después de ello, el adiós: dos besos inertes en las mejillas, un abrazo que antaño era cálido y ahora se torna invernal, una sonrisa parecida más bien a un rictus de conveniencia que no esconde la profunda melancolía del momento y finalmente un “hasta siempre” pronunciado con labios temblorosos. Pasos que se alejan para ya nunca más volver y la vista oteando hacia un horizonte incierto tan oscuro como los días invernales nórdicos.
Vacío y oscuridad es lo unco que puedo percibir, tras los días que se tornan semanas, de ese vacío y de aquella oscuridad, vuelve a construirse de un modo propiamente faraónico y silencioso, aquella apesadumbrada coraza que me protegerá durante los próximos días o tal vez, durante el milenio que viene, hasta que me fortalezca. Tal vez cuando llegue ese momento, cuándo sienta en cada poro de mi piel que la oscuridad se ha convertido en luz y el vacío se ha llenado con las lágrimas ya secas completamente, estaré preparado para borrar cada una de esas sonrisas, instantes y mensajes del teléfono; esas que con suerte habrán desaparecido hará tiempo de mi memoria.
Estaré listo para encontrarme con una nueva sonrisa, un nuevo cariño y anhelo que haga creer de nuevo en eso llamado amor….
Algún día…
Bruno Aldrufeu
Fuente: Ser Mejor Persona