Luego de varios meses de tristeza sin consuelo, me seco las lágrimas para seguir adelante con mi vida, ya que desde el momento en que me despediste de tu vida, mi existencia cambió totalmente. Me costó mucho creer que, después de tantos años a tu lado, me hayas dicho que nuestra relación no da para más. Nunca entendí lo que realmente querías decirme con eso porque yo te amaba realmente. Yo lo entregué todo, cada momento, cada sentimiento, todo lo que hacía era para los dos. Incluso, hasta te dí tu propio espacio para no asfixiarte, ¿En qué fallé, entonces?
Nunca entenderé qué hice mal, en que me equivoqué. Quizás tuvo que ver la libertad excesiva que te dí, o mi preocupación de saber de ti a cada instante, en todo momento. No lo sé, la verdad, y eso hace que me duela más. Porque por un instante me convencí de que fue mi culpa que este amor haya llegado a su fin. Hasta que finalmente reaccioné y abrí los ojos después de mucho tiempo; finalmente, me dí cuenta de que no fui yo el que erró, ni tampoco tú.
Supongo que son cosas que pasan, al pasar el tiempo el amor se desgasta, se va volviendo cotidiano y pierde novedad. De lo que sí estoy convencido es que eso fue lo que nos mató. Nos acostumbramos tanto a lo de siempre que no nos esforzamos en querer meterle un poco más de emoción a nuestro amor. Creíamos que con tan sólo decir “te quiero” todos los días, simplemente bastaba. Pero no es sólo eso una relación de pareja, si no también avivarle el fuego a la relación, cambiar de hábitos, experimentar nuevas cosas, explorar muchísimo más.
Finalmente entiendo por qué me dejaste, recién acabo de entender porque ya no aguantabas estar conmigo ni un momento más. Todo era demasiado tranquilo, todo se había vuelto tan cotidiano, sabías lo que iba a pasar todos los días. Sabías que yo no tenía intenciones de cambiar, y es así que poco a poco el amor que sentías por mí se fue desvaneciendo en ti.
Discúlpame por no darme cuenta, me sentía tan cómodo que no veía lo malo que nos estaba pasando, en cambio, realmente pensaba que estábamos haciendo las cosas bien. Quedarnos en nuestra zona de confort no es bueno y lo terminé aprendiendo de la peor manera.
Hoy no lloro más porque entendí que fue lo que pasó, ahora sé que para una próxima no permitiré que mi comodidad mate mi relación. En algún momento sé que encontraré a alguien más y seremos felices porque, finalmente, aprendí la lección.