El verdadero problema es que me conociste en el momento en que era más vulnerable y débil. Gracias a ti, ahora soy la persona más fuerte que quizás vayas a conocer.
Por supuesto, no voy a detener tu partida, pues, me has enseñado que las súplicas no se le dan ni a los dioses.
Por eso, si te vas, hazlo rápido, que mientras más alargas tu partida, más tiempo me quitas para yo hacer mi vida, mi nueva y más madura vida.
Estás dejando a una mujer que era emocionalmente frágil, lo sé, quizá eso no sea una virtud, pero lo era cuando al momento de amarte, lo hacía con la intensidad que nadie más lo ha hecho.
Con tu partida, me haces ahora la mujer más dura e inquebrantable, y mis nuevos amores, los del mañana, tendrán que agradecerte a ti, y te dirán señor socio, por haberme preparado para que, la versión que reciban de mí, sea mucho mejor que la que has dejado ir.
Me recibiste como niña, como una princesa, tímida y con miedo de tomar una decisión por sí misma.
Abusaste de ello, pues pensaste que, por mi inocencia, no era capaz de sostener una meta, un sueño el cual quería alcanzar.
Me humillaste, diciendo que sin ti, yo quizá no era nada. Irónicamente, resultó ser todo lo contrario, sin ti, puedo ser todo lo que siempre quise ser.
Te gustaba que fuera dócil, pero te aburriste y empezaste a tratarme como se te dio la gana.
Ahora buscas a una mujer independiente, alguien que sea adulta, en la que no tengas que invertir tiempo para verla crecer, y pues bueno, esa mujer que buscas, soy yo.
Esa mujer ahora no está a tu alcance, porque entendió que para que tú me merecieras, debiste quedarte ahí, viéndome crecer, y no conspirar para que me sintiese emocionalmente dependiente de ti.
Esa mujer, ahora por la que seguro empezarás a rogar que vuelva, ya no es la misma. Te sugiero, que si deseas intentar reconquistarme, lo pienses muy bien, porque quizá, el que pierda el tiempo ahora, seas tú.