Estar rodeado de personas. Caminar en la calle en pleno día entre multitudes. Ir a reuniones de conocidos y familiares. Pasar tiempo con gente que tratas desde la infancia. Hacer todo eso y aún así, sentirte vacío.
Es posible, puedes tener a la mujer a la que prometiste amar durante el resto de tus días, y al mismo tiempo, no sentir nada más que un vacío en el pecho que te ahoga, te asfixia y carcome las entrañas.
Uno se pregunta cientos de veces ¿Qué está mal conmigo? Y la única respuesta que hayas es el silencio golpeando entre tus dudas, las cuales murmuran cosas como “Estás loco”, “Solo estás triste”, “Estás deprimido”, “Nadie te ama”, “No conoces a nadie en realidad”, “Todos te utilizan” y un gran etcétera.
Los pensamientos de los corazones vacíos cortan como una hojilla y lastiman, duelen y hacen sangrar a las emociones. Parece que no hay forma de detenerlos… Hasta que decides ver dentro de ti.
La sensación de vacío es una ilusión producida por la supuesta falta de cariño externo, eso es lo que siente la mayoría de las personas que padecen esto. Pero la verdad es que dicha sensación se produce porque no hay un reconocimiento del valor interno propio.
Si no reconocemos que dentro de nosotros hay suficiente luz para brillar por sí sola, que no necesitamos de nadie para ser felices y que nuestra dignidad es lo suficientemente fuerte para mantenerse en pie por sí sola, entonces estaremos destinados a llevar la cruz del vacío en el pecho.
Despréndete de ello aceptando hoy, que solo tú eres quien controla tus emociones y no importa lo que suceda más allá, las acciones de los otros y la ausencia de los demás. Mientras tú halles dentro de ti tu verdadero valor como ser humano, nada te faltará.