Sentirse vacío o demasiado triste casi todo el tiempo, dejar de sentir placer al hacer tus actividades favoritas y cambios importantes en tu capacidad para concentrarte y memorizar así como en tu ritmo de sueño y tu peso son síntomas claros de depresión.
A pesar de lo que muchos aún creen, nada de esto es tu elección y tampoco te hace ser frágil. De hecho, ningún problema emocional es resultado de que un día te levantaste a causarte todo esto.
Al contrario: es signo de lucha diaria, de intención de afrontar las circunstancias por más difíciles que parezcan, sobre todo aquellas que por producirnos mucho dolor dejan huella imborrable en nuestra mente.
No te das cuenta de esto hasta que un día te levantas y entiendes que llevas mucho tiempo experimentando cosas que no son normales y que hacen que tu dolor sea más profundo, o al contrario te has alejado del mismo con la ilusión de no sentirlo más, pero igual se manifiesta de formas que no son reconocibles a simple vista.
A medida que vamos peleando con todo lo que intenta derrumbarnos, vamos sintiendo que no podemos más, que nos agobian ciertas cosas que antes nos parecían fáciles de sortear. Las fuerzas nos abandonan poco a poco y sentimos que el mundo se nos viene abajo, sin entender qué es lo que hay detrás…
Cuando empiezas a tocar la puerta de quienes te rodean para encontrar la ayuda que necesitas, es muy probable que llegues a toparte con comentarios como “deja la tontería”, “no llores que es para tanto”, “enfrenta la vida como un adulto”, “yo pude salir solo de mi problemas”, entre muchos otros que evidentemente están cargados de incomprensión, pues lo que hacen es alimentar la negatividad que llevas en la mente y augura peores resultados. Y no te creas: incluso nuestros seres más queridos pueden participar de estas opiniones y no porque no nos aprecien sino que no saben cómo manejar la situación.
Debido a esto, nos alejamos de la gente, dejamos de hacer lo que antes nos gustaba, nos encerramos e incluso dejamos de comer o de dormir como antes. Nos sentimos tremendamente solos y no sabemos qué hacer, y es aquí cuando entendemos que solos no podemos y que por ahora vamos a necesitar un apoyo que nos acompañe a transitar el camino de vuelta a la luz…
Es justo en este momento donde demuestras tu fortaleza, pues quien reconoce que necesita ayuda está más próximo a mejorar que quien, aun entendiendo que no puede solo, pretende seguir el camino hacia la miseria.
A medida que vamos entendiendo más de qué va lo que sentimos es que podremos manejarlo de la mejor manera, lidiando efectivamente con las demandas de la realidad y sobre todo aprendiendo a cuidarnos y a valorarnos como merecemos.