Vivir a través de los riesgos, es una de las mejores formas de aprender. No solo en el tema del amor, sino en todo, desde el ámbito profesional, hasta el ámbito personal. Los riesgos, hacen que conozcamos las dos caras de la moneda, hace que comprendamos cómo funciona la vida. Y, en definitiva, es en los riesgos que las mejores experiencias se dan.
Por eso, es mejor vivir con recuerdos que con ganas. Es mejor decir “Me arriesgué a robarle un beso o decirle que me gusta”, es mejor eso que decir, “Lástima, ya tiene a alguien más o ya se fue del país y ahora no sabré si tuve o no una oportunidad a su lado”.
Toma riesgos desde que despiertes hasta que te acuestes, pero tómalos, siendo consciente de que no siempre habrá una bonita experiencia detrás de ellos. Asumir estos riesgos es aceptar que la vida puede ser dura en ocasiones, así como puede ser maravillosa.
Aprende de los fracasos que tengas en estos riesgos y maravíllate de aquellas ocasiones en que las cosas se dieron como querías. No hay nada que te haga sentir más vivo, que saber que vives como si hoy fuera el último día.
Así que, ve, declara tu amor a aquella persona que ves tan lejana. Plantea una idea que revolucione la manera de hacer las cosas en tu trabajo. Escribe un ensayo sobre un tema interesante y postéalo en tu Facebook. Haz un vídeo y súbelo a YouTube. Comienza hoy hacer ejercicio. Arriésgate y empieza a invertir en tu propio tiempo. Sea como sea, arriésgate y empieza a vivir realmente. No acumules deseos, acumula los recuerdos de una vida plena.