Muchas personas han visto la soledad con malos ojos. Solo quienes verdaderamente la conocen son capaz de defenderla, de protegerla y de elegirla, en especial cuando lo que se consigue del otro lado es una compañía precaria.
La soledad puede presentarse a nuestras vidas por nuestra propia decisión o por imposición. El hecho de escoger la soledad, no es signo que de entrada vamos a enganchar con ella. La soledad es increíble, pero da miedo. Espanta porque en ella descubrimos múltiples cosas y la más fundamental es que a medida que ocurre y se va acoplando, nos autodescubrimos, de una forma que solo ella nos puede otorgar.
Cuando conocemos la soledad, nos damos cuenta que solo en ella nos miramos sin velos, oímos lo que deseamos decir, sin someterlo a un juicio externo y nos acostumbramos a admirarnos por lo que somos, sin ninguna clase de fachada, sin protección, irreverentes y con la total libertad que caracteriza nuestra propia esencia y que de alguna forma se somete en mayor o menor medida ante la presencia de otra persona.
Seres sociales

Si nos da miedo la soledad, concluiremos en distintas ocasiones que una mala compañía es preferible a ese estado indeseable. Pero si la comprendemos, si la llegamos a adorar como se debe, nos parecerá muy dificultoso mantenernos en relaciones que nos restan, solo para evadir el contacto con la soledad.
No se quiere decir que no cuidemos o valoremos nuestras relaciones y que a la primera de cambio, queramos nuestra soledad ante cualquier otra cosa. Más bien esto hace énfasis de que todos podemos ser capaces de determinar cuándo estamos cerca o lejos del bienestar que una relación puede ofrecer.
Relaciones espejo

La soledad es un estado por el cual aprendemos a amarnos verdaderamente, en el que nos conectamos con esa esencia que puede dispersarse en compañía. Una vez que te quieres en soledad, es difícil que le des cabida a tu vida a quien te entregue menos bienestar del que en tu vida ya hay.
Claramente hay que aprender a sacarle beneficio a la soledad. Hay personas que se resisten a ella de comienzo a fin y finalizan odiándola y odiándose a sí mismos, ya que no halla la modo de satisfacerse por sí mismos, tampoco consiguen la satisfacción en otras personas y mucho menos la pueden ofrecer.
Nadie puede dar lo que no tiene
No podemos entregar lo que no tenemos y cada una de nuestras relaciones otras personas, tienen su origen en nuestras relaciones con uno mismos y el poder de nutrir esa relación de amor propio en soledad es una gran oportunidad.
Aprovecha tu soledad y la tranquilidad que esta representa. Incluso si te encuentras en una relación de pareja, no desperdicies para nada los momentos que te puedas dedicar para ti.