Se dice que las emociones son la respuesta de nuestro cuerpo algo tan intangible como lo son las ideas, por medio de ellas podemos darnos cuenta de si eso que estamos albergando y dándole vueltas nos resulta apacible, agobiante o molesto.
Por medio de nuestros campos los definimos a través de ideas y sentimientos y las vibraciones que surgen de él, resuenan con eso que se encuentra en la misma sintonía. Es por eso que cuando estamos algo molesto, parece que se nos manifiestan más y más razones para sentirnos así. Y es que estamos sensibles y programados para obtener ante un estímulo una determinada respuesta, que nos refuerza el estado en el que nos conseguimos.
Pero cuando no podemos localizar una situación específica que nos ha transformado el estado de ánimo, debemos comprender que puede que distintas cosas que venían sucediendo y que no le habíamos otorgado suficiente atención o simple nuestro estado de animo solo nos está gritando por un cambio, nos está invitando a cambiar una cosa, puede que de forma radical para hallar otra vez la armonía.
No es fácil detectar algo cuando no tenemos ninguna pista, pero el oír e incluso notar nuestros pensamientos nos puede transmitir lo que está predominando en nuestra mente y así hallarle una solución.
Normalmente las emociones nos expresan aquellas cosas que debemos atender, esencialmente cuando son cosas que no son de nuestro agrado y nos ponen en un estado aprensivo, algo que es válido, pero resulta muy primordial cuando el estado permanece por mucho más tiempo de lo común, lo cual no estamos acostumbrados a lidiar.
Lo más recomendable es oír lo que dicen nuestras emociones, ya que de esa forma podemos tomar acción, hay muchas formas de transmitirnos un mensaje y las más sublimes están relacionadas con nuestras emociones y a cómo estamos procesando y percibiendo el modo en el cual estamos viviendo.