“Ya no te amo” Eso fue todo lo que escuché. Ni el ruido del tránsito de los carros, ni de las discusiones de la gente en la calle podía borrar esa frase de mi cabeza.
Así fue el final, tan frío, tan cortante, un final que podía ver llegar, que aunque lo deseaba también nunca me imaginé sería de esa forma. Aunque quise creer que era mentira era lo que necesitaba en ese momento. Y es que en la vida hay finales que no son exactamente felices, sino necesarios. Necesarios para marcar el fin de una época, para despertar, para tener una segunda oportunidad, para limpiar el alma. Este era un final que marcaba mi vida, pero que no sería el punto final sino un nuevo comienzo, tan solo una parte que se me daba para darme cuenta de que las cosas no andaban bien.Y es con ese final es que empezó mi historia. Una historia que trata de cómo el estar en los lugares equivocados, momentos equivocados y con personas equivocadas pueden llevarte a descubrir lo maravillosa que es la vida al abrirte los ojos, a veces de manera brusca, pero regalándote la oportunidad de volver a comenzar.
La primera no fue más que una de las diferentes situaciones en las que me vería envuelta para poder despertar, y es que a veces la vida tiene que sacudirte fuerte para poder remover la toxicidad en la que caíste, y yo caí en un estado de coma total. Se me alejó el amor, murió mi abuela y perdí mi trabajo, ya que cuando lo malo pasa, viene todo junto. Pero era lo que necesitaba, alejarme de todo lo tóxico, ambientes, personas y recuerdos para volver a nacer.Lo importante es saber reconocerlo, lo importante en verdad es, volverse a levantar. Y empecé mi trabajo fuerte, en darme fuerzas día a día, en recobrar mis pensamientos, mis ideas, mi firmeza. Me habían robado todo en segundos y me tomaron meses y lágrimas recobrarlo. Con toda el alma destrozada decidí que YO decidía, que YO cambiaría las cosas, que era MI vida. Y esta vez, no la dejaría en manos de alguien más. Me alejé de todo lo malo, de todo lo feo, de todo lo que no iba conmigo y empecé a refugiarme en cosas que me alimentaban el alma y lo hice por mí, porque me di cuenta de que habían miles de motivos para recuperarme, que mi vida era valiosa más allá de por quién estaba a mi lado o qué cargo ocupaba en el trabajo. Tomé las riendas, me di valor y salí adelante, porque alguien tenía que hacerlo…y ese alguien era yo.
Fuente: Mujer.guru