Por otro lado, las emociones positivas juegan un papel muy relevante en la educación. Un recién nacido, por ejemplo, empezará a entender el mundo en base a lo que le hacen sentir sus progenitores. Las emociones basadas en el contacto físico, en ese cariño que atiende los llantos, los miedos y todas sus necesidades afectivas propicia día a día un adecuado desarrollo neurológico.

Para concluir, las emociones positivas alimentan, construyen vínculos, sanan temores y constituyen ese eslabón de fortaleza en toda relación de pareja estable y feliz. Aprendamos entonces a ser creadores y mediadores de esa afectividad altruista, de esa consideración basada en la empatía y la reciprocidad donde intuir necesidades y otorgar bondad, respeto y esa sencilla felicidad que se inscribe en las pequeñas situaciones del día a día.

 

Fuente: La mente es maravillosa

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