Las personas somos mucho más que las facciones de un rostro y unas ropas que nos cubren el cuerpo. Aún más, el ser humano dispone de una energía única y excepcional que trasciende a esa otra fuerza que embiste nuestro corazón o que permite que nuestros pulmones realicen el intercambio gaseoso con la sangre. Más allá de las funciones orgánicas están esas emociones que definen lo que somos y cómo nos relacionamos con el mundo.
La forma en que contagiamos nuestras emociones a los demás constituye un poderoso canal, que por importante es merecedor de un cuidado con delicado esmero y sabio autoconocimiento. A continuación, te explicamos cómo hacerlo para disfrutar de una mejor calidad en tus relaciones interpersonales.
Hazme sentir bien, regálame emociones positivas
Por curioso que parezca, no existen demasiados estudios que nos expliquen cómo funciona ese maravilloso mecanismo que da forma al contagio emocional. Hasta el momento se sabe que lo que otros nos hacen sentir -ya sea positivo o negativo- se rige por lo que se conoce como “mirroring sistem” (sistema espejo). En este complejo entramado, los neurólogos ponen énfasis en la ínsula como esa estructura que participa del proceso e interiorización de los estados emocionales de los que nos rodean.
“Sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no ofrecerlo”