Lo que más puede resultarnos reconfortantes, es tener el apoyo incondicional de esas personas que queremos, esas que nos rodean y que en un momento dado nos ofrecieron su apoyo si alguna vez tuviéramos que atravesar situaciones particulares.
Sin embargo, muchas veces las condiciones no estarán dadas para ello, bien sea porque estamos lejos de esas personas, porque no damos señales de necesitar algún tipo de ayuda o apoyo, o porque no estamos rodeados de ese tipo de personas o bien no inspiramos que nos impulsen.
Cualquiera que sea el motivo, lo más seguro que tenemos en la vida es que podemos ser autosuficientes y encontrar en nosotros mismos la motivación que quizás sentimos necesitar de un ente externo.
Para ello es necesario el reconocimiento y la valoración, de lo que somos, de lo que tenemos, de lo que queremos y somos capaces de lograr. Desde allí reconocer que somos seres con capacidades ilimitadas, múltiples virtudes y millones de posibilidades al alcance. Cuando analizamos y comprendemos bien este punto de la vida, nuestros pasos se hacen más ligeros.
El hecho de convencernos de esa afirmación resulta muy beneficioso, porque muchas veces el problema radica en que no somos capaces de reconocer eso que somos, que las cosas que podemos lograr no son solamente parte de nuestra imaginación, sino que pueden convertirse en realidad.
Todos somos por naturaleza seres maravillosos, con capacidad de crear nuestras vidas, pero a veces, y sin darnos cuenta vivimos saboteándonos. El simple hecho de esperar de alguien ánimo, reconocimiento, apoyo, solo habla de lo poco que nos conocemos, del poco valor que nos podemos dar y de la importancia que le damos a los estímulos externos.
Debemos confiar en nuestro propio instinto, sentir que somos capaces de lograr todo lo que nos propongamos, escuchar nuestra voz interior cuando nos dice que no nos rindamos, que si podemos logarlo. Así nos iremos sensibilizando poco a poco ante nosotros mismos.
Celebremos nuestros logros, por pequeños que parezcan, inundemos nuestra mente con pensamientos que generen bienestar, que nos hagan felices. Mantenernos conectado con lo que nos hace bien, nos mantendrá la mayor parte del tiempo creando cosas agradables para nuestra vida.