El verdadero amor es aquel que llega sin ser buscado ni reclamado.
Naturalmente, solemos exigir afecto a incluso quien dice amarnos con el alma, y en ocasiones, lo hacemos porque, a pesar de que esa persona nos ame honestamente, sentimos que no es suficiente, que queremos más, y esto es porque nos obsesionamos con el hecho de recibir cariño de parte de quien nos hace dar tumbos al corazón.
Esa exigencia, suele ser sana, comprensible y natural…
Pero, cuando exigimos ese mismo amor a quien no mueve un solo dedo para demostrar un poco de afecto, entonces nos estamos metiendo de cara en un amor inerte, uno que no funciona y que, por defecto, no existe.
Así que, no busques. No exijas a quien no se esfuerza en buscarte.
Permite que te encuentren.
Deja que te hallen en los rincones de la memoria y en cada canción que les permita recordar tu nombre y en cada cambio de cama que les de un aroma que lleve tu nombre.
Porque quien te busca, te hallará incluso en sus sueños.
Solo así, solo de esa manera, cuando te consiguen mientras no buscabas, podrás saber que estás con el amor correcto… Siempre y cuando, el tampoco te haya estado buscando.
Pero, ¿Cómo se consiguen dos amores que no se buscan los unos a los otros?
Es ese justo el truco. Hablamos de un amor real ¿No?
Pues este tiene la cualidad de atraer a dos cuerpos y hacerlos uno.
El amor verdadero actúa bajo los efectos de atracción, la química y lo inexplicable.
El amor verdadero pone cara a cara y confronta a dos almas que no sabían que estaban ahí para complementarse.
Justo cuando sientas esa química, esa fuerza de atracción, ese no sé qué inexplicable que te hace derretir y sentir que no hace falta buscar más, justo ahí, sabrás que tu verdadero amor, te ha encontrado.