Durante mucho tiempo hemos estado siempre confundidos con lo que es el romanticismo con la cursilería. Es porque existe una línea muy delgada que los divide a ambos. Uno de ellos es porque ambos son empalagosos, pero a diferencia en el amor, es un proceso de seducción que interviene muchos factores diferentes, entre ellos, el modo de ser de una persona. Esto quiere decir, que nadie puede renunciar a su carácter por querer agradar al otro, sencillamente, porque tarde o temprano saldrá a la luz su verdadero yo.
Lo que debemos entender en relación al romanticismo es que no todo el mundo es romántico ni tiene este ideal de perfección en el amor. Hay una gran diferencia entre el romanticismo y cursilería. Y es que el romántico deja huella, te atrapa y te envuelve sin que te des cuenta. Muy diferente, a la cursilería que te aleja y te resulta de todos menos seductor, convirtiéndolo en algo muy empalagoso que es difícil de procesar y aceptarlo.
Por ejemplo, una persona romántica puede escribirte unas cuentas líneas en una carta de amor y lo vas a tomar sincero, lindo y amoroso. A diferencia de un mensaje cursi, donde te exagera todo, tanto que te hace creer que no sea verdad y puede resultarte muy molestoso.
En el romanticismo existe un equilibrio de los sentimientos, sin exagerar y viendo siempre un punto racional. Es sencillo y muy positivo. Centrándose en lo que quiere comunicar sin ser tan exagerado y no provocando fastidio. Mientras que la demostración de la cursilería es un poco patética por motivo que te ahoga mucho la demostración de amor, lo demuestran en exceso sin medirse. No tiene nada que ver con la racionalidad, porque no lo piensan con la mente.
Está bien ser una persona romántica, pero no exageres porque o sino será ya visto como algo cursi, que puede provocar tanto hostigamiento que puede cansar a tu pareja, provocando una distancia.