Enamorarse es peligroso en la medida que idealizamos a la otra persona. Esa sensación que crea en nosotros el deseo, hace que empecemos a pintar mundos de colores y fantasías en los cuales, queremos vivir eternamente.
Sobre todo, en los primeros amores de nuestra vida, tenemos expectativas demasiado altas para la realidad, y cuando se acaba la sensación de enamoramiento, y comenzamos a ver cuáles son los defectos de la persona idealizada, estas expectativas se desmoronan y caen sobre nosotros aplastándonos hasta asfixiarnos.
Es por eso que es necesario enamorarse con la mente fría y los pies sobre la tierra. No podemos ir por la vida imaginando futuros donde no los hay. Si usted quiere enamorarse, enamórese de hechos y realidades, no de promesas y deseos que no tienen de donde aferrarse, porque al hacerlo, usted se pone una soga en el cuello llamada decepción, y la única persona culpable de ahorcarse con dicha soga, es usted.
Nunca esperes nada de nadie. No se trata de ser pesimistas, sino de amar con la mente también. Los amores perfectos y los príncipes azules no existen, debemos comenzar a dejar de creer que el enamoramiento, es algo que dura toda la vida.
Cuando esto se acaba, es que nuestra relación empieza a madurar y es ahí cuando decidimos si amar con todos los defectos a nuestra pareja, o cambiar de camino porque tontamente, seguimos aferradas a la idea de conseguir un amor perfecto de, exclusivamente, virtudes.