Me he preguntado ¿Qué sería mejor, si tomar una decisión desde mi ira o desde mis temores? Inevitablemente, todos llegamos a tomar una decisión en base a alguna de estas dos emociones. A pesar de que sean muy diferentes entre sí, el resultado de escoger bajo la influencia de una de estas dos, siempre será el mismo.
La ira y el miedo, son sentimientos que ciegan al razonamiento. No Por ello, podemos desprendernos de la responsabilidad que acarrea escoger bajo la influencia de estos. La vida adulta conoce poco sobre las segundas oportunidades, y es que la vida en sí misma, es una oportunidad única. Por ello, siempre, antes de tomar una decisión, debemos percatarnos y asegurarnos, de que lo hacemos bajo una condición racional y no emocional.
Que quede claro algo, no todas las decisiones racionales son buenas, pero sí son controladas. El hecho de que tomemos una decisión consiente, nos da la potestad de responsabilizarnos por ella y poder justificarla de algún modo. Caso contrario sucede cuando tomamos decisiones desde la ira o el miedo, donde dichas decisiones también son parte de nuestra responsabilidad, sin embargo, de haber cometido algún error, no podremos justificar lo que hemos hecho, dicho o dejar de hacer y decir.
Tomar una decisión desde la ira no te hace más fuerte o rudo, y tomar una decisión desde el miedo no te hace más cobarde o tonto. Escoger algo desde este par de emociones, simplemente te convierte en humano, pero no por ello podemos ir por la vida diciendo “Disculpa, Me dejé llevar por mi emoción”. No, justamente por qué se trata de una decisión, debemos tener la responsabilidad de controlar todo aquello que hagamos bajo la influencia de estas emociones, porque recuérdate que la libertad es el poder de elección, y dichas elecciones NO deben afectar la vida ajena.
He ahí El dilema, que desde el miedo y la ira es mucho más probable que nuestras decisiones afectan y dañan a otras personas porque no estamos siendo racionales y no estamos pensando que, cualquier cosa que hagamos o dejemos de hacer, puede afectar al otro. Así que asegúrate siempre de tomar decisiones con la mente fría y el corazón en la mano, para qué se controle la emoción y predomine la razón.