El efecto Pigmalión se conoce como la influencia que una persona puede ejercer sobre otra. Es decir como las creencias de los padres influye en el rendimiento de sus hijos.
El origen del nombre se remota a la mitología griega. Cuando el rey de Chipre no encontraba a ninguna mujer perfecta para el. Luego Pigmalión, decidió realizar una escultura de marfil a la que llamaría Galatea.
Tal fue el amor que este rey le profesó por su perfección, que pidió a Venus que la convirtiese en una mujer de verdad. Luego este rey se casó con ella y tuvo una hija.
Metafóricamente, el Efecto Pigmalión describe el modo en que los padres, docentes y personas cercanas pueden transferir o influir en el estilo de vida del niño, mutando sus capacidades, gustos y conductas.
Si nos apoyan y animan y nos dicen que somos capaces de realizar algún trabajo, hará que nuestro rendimiento sea el mejor. Por ello estas creencias positivas acerca de nosotros nos permite alcanzar los objetivos y aumenta nuestro rendimiento.
En cambio, si no confían en nuestras capacidades para alcanzar aquello que deseamos, contribuirá negativamente en nuestra autoestima y por supuesto en nuestra capacidad para conseguir lo deseado, generando así unas creencias que tendrán un carácter limitante.