Nada de adornitos y vestidos.
Tampoco cenas costosas y poemas complejos.
Nada de anillos de boda y quinientos pretendientes.
La depresión no se va con lo superfluo, lo banal y carente de significado.
La depresión se cura con un te amo sincero.
Con un desayuno en la cama acompañado de una carta sencilla, que te recuerde lo valiosa que eres para el hombre que te lo preparó.
La depresión no se cura con cerveza.
La depresión se cura con café y la cantidad de azúcar exacta para ti.
No curamos un corazón roto con promesas vacías.
Cerramos heridas con hechos y realidades palpables.
Con vivencias, experiencias y amores de toda la vida.
No nos engañemos remendando las cicatrices con amores fugaces.
Que lo que llega fácil, fácil se va y solo termina empeorando las cosas.
No busquemos un clavo para sacar otro clavo.
No busquemos un amor de esos que dudan si tomarte de la mano por temor al qué dirán.
No busquemos un amor de esos que no caminan a tu lado.
Busquemos un amor que pueda hacerte sentir el cielo dentro de ti, de esos que te iluminen cuando la oscuridad te invada, de esos que te dan el café como te gusta, sin que se lo pidas.