Uno de los dolores más fuertes que existen en la vida son la muerte y las rupturas amorosas; aunque tienen algo de parecido, ya que implica un cambio radical en la vida cotidiana, lágrimas y penuria. El amor es muy extraño, puedes compartir todo con una persona y luego ya no está. Sin embargo, a diferencia de la muerte, tú decides de manera consciente “matar” al otro o viceversa, y eso se requiere de gran valor para sobrellevarse, para lidiar con la idea de que esa persona no existe.
Algunas personas consideran que el dolor es necesario, para así mantenernos vivos; en cambio, sufrir es una decisión, pero no podemos evitarlo, como hacernos la idea de que no volverá esa persona amada, de reestructurar la vida que en un momento fue compartida y ahora, de nuevo, es solamente tuya.
Las pérdidas son tan duras, que el dolor del alma se vuelve físico, transformándose en lágrimas, sintiéndose el cuerpo tan débil que no nos hace bien levantarnos de la cama, pero debemos hacerlo y aguantamos toda esa pesadez en nuestro día a día. Hasta que un momento deja de doler, porque a veces, sólo algunas veces, ese dolor puede acompañarte por el resto de tu vida.
¿Y qué ocurre después?
Existen dos opciones: Cerrarnos al amar, volver a sufrir, volver a llorar, vivir sin enamorarnos, decidir ser sólo nosotros sin alguien a nuestro lado o tener la esperanza de encontrar el amor otra vez, continuar la búsqueda, esperar que el destino nos guie ante esa persona especial.
Por otro lado, si decidimos renunciar al amor dejaríamos que una experiencia nos defina, pero no seremos eso. Terminar una relación es un acto reflexivo y filosófico, en donde podemos ver nuestra capacidad de entregarnos, de amar, de apoyar, de tolera, de crear; ya que debe existir alguien que sea para nosotros, alguien que nos haga vibrar y sonreír con su presencia.
Es un hecho que el dolor del post amor es muy fuerte, pero mientras uno decida continuar con su vida, más rápido sanará; llora, depura tu alma hasta que te sientas libre, luego toma aire y sigue avanzando. La vida es muy corta para desperdiciarlo en nuestra cama, es mejor levantarnos y darnos una oportunidad de seguir, de encontrar a esa persona especial que está por ahí. Es momento de concentrarse en uno misma y proyectarse a lo que desea. Comenzar de nuevo, puede ser difícil pero jamás imposible, créeme que vale la pena.
A veces creemos que cuando una relación termina sólo nos queda la experiencia de la soledad, la sensación del fracaso; pero tal vez no sepas fracasar en el amor nos hace mucho mejor.