El budismo es la práctica religiosa responsable de esta frase. Ellos tienen la creencia de que el dolor emocional, es producido por agentes externos, mientras que el sufrimiento, es una cuestión de elección.
No podemos escapar del dolor que genera un desengaño amoroso, por ejemplo, ya que no podemos determinar quién inicia una relación con nosotros, con fines de lastimarnos. A veces, simplemente pasa, el rumbo de las cosas cambia, nuestra pareja se cansa y nos engaña y ahí acaba todo ¿No?
Es en este punto, donde comienzas a sentir dolor, que empiezas a reflexionar sobre la vida, el amor, los “por qué”, y un montón de cosas. Este sentimiento de reflexión profunda, se debe a que el dolor que te causaron, te estremeció, te hizo colocar los pies sobre la tierra y te dio una perspectiva de la vida distinta.
Este dolor no se evita, no se puede pasar por alto, porque va ligado directamente a la decisión ajena. Solo el tiempo, lo sana y nos ayuda a seguir adelante. Pero cuando decidimos no darle tiempo al tiempo, martillar el sentimiento y vivir en ese pasado tortuoso al no aceptar que tu relación llegó a su final, estamos entregándonos al sufrimiento.
¿Lo ves? Tú eres quien decide si darle rienda suelta al sufrimiento, a través de cosas como: No aceptar la perdida, no dejar de insistir en algo que ya se acabó, lamentarse y echarse la culpa de todo, y simplemente, negarse a ver una posibilidad en el futuro.
Es a través de este tipo de conductas, que le damos un boleto de pase al sufrimiento, para que entre y se instale en nuestra vida como un huésped… Buda te lo advierte, el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Tengamos un mayor control sobre nuestra vida, y evitemos dejar entrar al sufrimiento.