Puedes estar aferrado con uñas y dientes a un sentimiento.
Puedes sentir cosas inexplicablemente agradables dentro de tu corazón al estar con esa persona.
Puedes sentir que tus días y noches transcurren demasiado rápido cuando le das un beso.
Puedes amarlo de verdad… Pero todo eso sucumbe al desinterés y antipatía del otro.
El mayor enemigo de un sentimiento vivo, es un corazón que no le corresponda. Puedes prometer lo que quieras y desear bajarle la luna, estrellas, planetas y soles, pero sin un interés que le corresponda a esa pasión que tienes dentro, estas ganas se extinguirán de forma súbita.
Nadie es culpable por no querer, pero todos son culpables por no controlar sus propias emociones. Si una persona muestra desinterés desde un inicio, estará en tus manos la responsabilidad de seguir adelante o cortar el apego de raíz.
Ninguna te quitará más dignidad que la otra, sin embargo, la insistencia es más propensa a volverse dañina para el amor propio. Valorarse y saber qué lugar tiene cada uno en este mundo, te ayuda a darle la atención y el tiempo justo a cada quien. Porque de eso se trata vivir justamente, de darse y recibir en la justa medida, porque siempre damos y recibimos el amor que creemos merecer.
Así que, no esperes que alguien a quien le respondes con tu ausencia, se quede para seguir dándote su amor. El desinterés es la vía más rápida para la desilusión de los enamorados.