Las personas viven obsesionadas con «controlar» el amor. El amor es un sentimiento espontáneo y para el cual «se necesitan dos». La gente que desea que la «amen por la mala» o que se queden con ella o con él, por un papel, por dinero, por el tiempo que le «dieron» de su vida a esa persona, por los hijos, por “el qué dirán”, etc. Desear eso, forzar eso, solo acarrea infelicidad a todos los que viven bajo ese techo.
Pero puede que el problema con las personas es que por más que hablamos sobre los sentimientos y sobre los valores, sobre los detalles y las formas de amar, en realidad seguimos enfocándonos demasiado en lo superficial, aún existen muchos hombres que arruinan sus vidas por un par de nalgas bien formadas, por unos pechos , o una cintura delgada.
Por ello, los psicólogos siguen insistiendo en que el primer romance que todos debemos tener es con nosotros mismos. Una persona que no se ame a sí misma, una persona que da más de lo que recibe, una persona «que corre tras otra» pero la otra no corre tras ella…
Debes tener a quien dejas entrar a tu vida, ya que te puede robar parte de tu esencia o alegría , nos hace perder la oportunidad de encontrar a alguien que en verdad sea el indicado para estar a nuestro lado y si buscas a alguien que te acompañe hasta el final de tus días, el cuerpazo, el dinero o las palabras no serán suficientes para mantenerlos juntos, al final será una amistad lo que les mantenga unidos, y esos sentimientos de los que todos hablan pero que en realidad pocos aprecian, al final todos nos damos cuenta de lo que realmente importa, pero para algunos será demasiado tarde, y quedarán con la amargura de no poder volver sobre sus pasos para hacer las cosas bien.
Hay un último punto muy interesante: ser honesto y sentirnos orgullosos de nuestros hechos, esa es la base de la salud mental. Si realmente amamos a alguien, iremos por encima de nuestras mezquindades, querremos lo mejor para esa persona… o debemos revisarnos.
Recuerden mi frase favorita: para que el amor funcione, amarse no es suficiente. Debemos estar profundamente enamorados para casarnos, pero también necesitamos intimidad, justicia relacional, reciprocidad y madurez…