¿Porque muchas personas tienen miedo al compromiso, miedo a fallar en el amor?
Tratamos de vivir creyendo no necesitamos de nadie, que la soledad es la mejor opción, sin embargo no lo que no sabe es que se está engañando porque al final del día todos deseamos tener alguien que nos acompañe, alguien que nos brinde su amor.
Todo mundo trata de explicar porque las relaciones no funcionan, agregan teorías diferentes, y tratan de encontrar las causas de un comportamiento generacional donde el amor perdió su valor, pero… ¿el amor fue el que perdió valor, o nosotros le restamos valor?, ¿el amor es el que nos genera problemas, o somos nosotros quienes no sabemos valorar lo que tenemos?
Vivimos una vida muy tensa, con eso de las redes sociales ya no podemos mirar a los ojos del otro y ser capaces de desnudar el alma, ¿en qué momento las personas se convirtieron en algo desechable y los celulares el tesoro más preciado?, ¿qué nos pasó? Acaso somos inútiles para conectarnos con una persona. Tenemos cientos de expectativas que queremos llenar, queremos un amor perfecto que no provoque el mínimo sufrimiento, y ahora me atrevo a decir que eso es de cobardes. Quien no ama, no merece vivir, quien no ama, al final no vive, quien se encierra en sí mismo, sin amar los defectos, está condenado a morir solo, y al final, en los peores instantes, y en los mejores, siempre es bueno voltear y ver que alguien sostiene tu mano.
Podemos hablar mucho sobre lo que esperamos de la otra persona, pero, ¿y nosotros mismos?, ¿por qué solo hablamos de lo que queremos, y no estamos dispuestos a ser eso que otra persona necesita?, ¿pedimos amor? Deberíamos aprender a darlo. Deberíamos entender de una vez por todas que nada llega si no somos capaces de desprendernos, que nada es como lo pintan en las películas, que para estar con alguien se necesita mucho más que amor, porque el amor no es un sentimiento, es una decisión.
El amor es una decisión por el simple hecho de elegir compartir tu felicidad con una persona; decidir todos los días luchar por algo, en vez de desecharlo como si fuera otra pila inservible de un iPhone; decidir tener una buena comunicación, y si hay peleas, que haya reconciliaciones excitantes. Sí, el amor es una decisión, como cuando eliges qué ponerte en las mañanas antes de salir a trabajar, o cuando eliges el sabor de tu helado, o cuando eliges quedarte incluso cuando la tempestad parezca derrumbarlo todo.
Sí, quiero dejar ese error individualista, esa mala costumbre de desechar a las personas, de pretender que el amor es irrelevante. Porque deseo bastante tener con quien poder acurrucarme, incluso con quien discutir de vez en cuando, poder admirar las cosas desde la perspectiva de alguien más. Sí, quiero experimentar algo verdadero porque lo pasajero ya me aburrió, ya no se siente como antes, y hoy en vez de pensar con quien pasar un buen rato, pienso con quien valdría la pena despertar.
Fuente: Mujereología