Si quieres paz, prepárate para la guerra, dijo una vez un escritor romano llamado Vegecio. Aunque el escribía sobre batallas romanas y temas bélicos, podemos aplicar esta frase al amor. Alcanzar un estado de plenitud con tu pareja es un proceso arduo y difícil, pero no imposible, pues, si lo fuera, ninguna persona se preocuparía por iniciar una relación.
La guerra que se forma alrededor del amor, no solo es con la otra persona y sus defectos y malas decisiones, la verdadera guerra se desarrolla con uno mismo y el conflicto moral que pone sobre la mesa dos opciones: O luchas por lo que amas, o te retiras sin ser lastimado.
El asunto es que, cuando luchas por lo que amas, las probabilidades de ser lastimado aumentan, sin embargo, de eso se trata el amor, de dar un salto de fe y pelear por lo que se quiere realmente. Amar es un acto de valientes y por ende, hay que tener la valentía de afrontarse a ese miedo.
Recordemos que, por mucho que se ame, nadie nos pertenece, y hagamos lo que hagamos, esa persona es libre de decidir si correspondernos correctamente a nuestros sentimientos o simplemente, irse de nuestro lado.
No podemos pretender entrar a una guerra sin esa probabilidad de ser lastimado, pero tampoco debemos hacerlo si sabemos que no tendremos la valentía suficiente por luchar por aquello que se ama. Supongo, y esto es una opinión muy propia, que la fuerza con la que luchas por esa persona es tan grande como el amor que le tienes. Así de simple, si no le amas de verdad, no lucharás por ella.