Aunque no lo creas, te aseguro que no me va tan mal. He conocido gente que me hace reír .He vuelto a encontrarme, por las mañanas, cuando no estás a la hora del café; por las tardes, cuando vuelvo de trabajar y debajo de la manta no hay nadie.
Estoy bien, aunque algunas veces coincidimos por algunas calles pienso que no es lo mismo ser que estar y tú ya no estás, pero sigues siendo.
Aquí ya no estás, a pesar de que te veo
Te echo de menos algunos días pero necesito vivir conmigo ahora –tanto o igual que lo haces tú sin mí-. No pudimos ser uno por eso aprendí a ser yo.
Hace tiempo que ya no estás aquí, pero esos lugares por los que voy. aún te guardan todo el cariño que te sigo guardando yo porque nos deben y les debemos todo lo felices que algún día fuimos: porque por encima de todo lo malo, está que supimos hacernos reír de verdad.Será difícil dejarnos de ver, pero el mayor consejo que puedo darnos es el de ser tan fuertes como nos atrevimos a serlo cuando decidimos empezar.
Te libero de mí
Me dijeron por ahí que la mejor forma de acabar con el dolor es liberándolo. Por ello, sin rencor, te ofrezco toda la libertad que necesites, para ello lo mejor, al menos por ahora, es que nos olvidemos de todo: recuerdos, los sueños que no hemos cumplido, mi mal humor que impedía tu sonrisa, la tristeza, nuestra alegría.Te libero de mí, de la misma manera que consigue hacerlo cada rincón que nos vio algún día y ya no nos ve.
Me despido sin saber hacerlo del todo, porque sé que es obligatorio si no quiero que la despedida sea hacia a mí, definitivamente. Estoy segura de que en esto también estás de acuerdo: si no podemos ser como quisimos, lo más sano es que seamos de otra manera; y si ahora no hay manera, lo único que puede curarnos es que no seamos.
Fuente: La mente es maravillosa