No es tan difícil, de hecho, la importancia que le das a las otras personas surge por sí sola cuando existe un interés verdadero de por medio. Las personas se ganan la atención y pueden adueñarse del tiempo ajeno, y no es malo, mientras sea correspondido.
Es fundamental que la importancia que sientes por otra persona se demuestre, por gestos, palabras o simplemente, un acto de presencia. Recordemos que el ser humano es analfabeta emocional, por lo cual, detectar emociones es una tarea difícil.
Si sientes algo, sácalo, porque adentro no hacen nada útil. Las personas suelen perder oportunidades por orgullo, porque sienten que expresar lo que sienten es un gesto de debilidad. Incluso, en un beso, puedes expresar todo lo que has callado.
Ahora bien, no podemos pretender ser una fuente infinita de emociones cuando no hay alguien que sirva de reflejo a ello y nos dé, en la misma medida que ofrecemos nuestro cariño. Por ello, el amor real se basa en un equilibrio, una balanza que no debe ser rota por el orgullo o las competencias tontas del “quién demuestra más o quién habla primero”.
Demuestra la importancia que tiene esa persona para ti, porque tarde o temprano otra persona lo hará.