¿Te pasa que cuando planeas ese viaje que tanto has anhelado no lo llevas a cabo por temor a que las cosas no salgan bien? ¿No te has atrevido a confesar tus sentimientos a ese chico que te gusta por miedo a ser rechazada? ¿La decisión de tomar riesgos en el trabajo para mejorar tu desempeño te da temor por terminar fallando?
El miedo es una emoción natural, y se presenta ante una situación de peligro real. Su función es servir de protección para nosotros y que no salgamos dañados tanto nosotros como los seres a quienes amamos. Sin embargo, el asunto se sale de control cuando en vez de impulsarnos a tomar decisiones orientadas a preservarnos nos hace huir de la vida o nos congela ante cualquier circunstancia.
Es así que el miedo puede prestarse a ser nuestro aliado o nuestro peor enemigo cuando no nos deja alcanzar nuestras metas, ni enfrentar los retos cotidianos y mucho menos atrevernos a hacer cosas que siempre nos han llamado la atención.
Ante esto, debemos buscar maneras de tomar el toro por las riendas y hacer que vaya por donde queremos, espantando el temor cada vez que sintamos que se acerca a evitar que vivamos las cosas como son. Atrevernos a dar ese primer paso en todo lo que planeamos marca el inicio de la seguridad que debemos desarrollar a través de la voluntad.
Decidir que derrotaremos lo que nos detenga nos dará la capacidad de sobrepasar las expectativas que nos vayamos creando de cómo queremos que sea nuestra vida, y nos permite ver más allá de lo cotidiano, hacia ese horizonte donde podemos llegar.
Así que es hora de sentarte conmigo misma a ser lo más honesta posible, identificar lo que te congela y usar todo tu potencial para salir adelante. ¡Ánimo que no estás sola!