Lo bueno se hace esperar, amiga mía, te lo digo por experiencia. Sapos es lo que abunda en este mundo. Algunos son grandes y gordos, otros son menudos y escuálidos, pero sapos al fin. Nos guste o no, hay que besar a unos cuantos si realmente quieres ser premiada con ese chico que te resta el aliento.
En mi caso, lo viví, y aquí te va un poco de lo que fue mi experiencia. Ciertamente, cada quien tiene su vivencia personal y lo que tú vives no necesariamente está relacionado con lo que yo viví, pero hay patrones que siempre se repiten y quizás puedas tener muchos elementos en común conmigo.
A Juan lo conocí en el malecón de la playa donde mi familia dispone de una casa para veranear. Por su esbelta estatura, su piel morena y esa actitud desenfrenada, supe de inmediato que era surfista. En un primer instante se mostró cauteloso y caballeroso, y así se mantuvo por un par de meses en los cuales tuvimos citas todos los fines de semana.
Finalmente, Juan me mostró su verdadera naturaleza al embriagarse y pretender forzarme a tener relaciones con él. Mala jugada, amigo mío, porque ya no me tienes a tu lado. Algo similar me sucedió con Miguel, que me acosaba a cada instante; no había un solo instante en el que no quisiera estar a mi lado, incluso en sueños. Mi punto de quiebre fue cuando empezó a prohibirme la salida con mis amigos varones. Ahí, de inmediato, lo mandé a volar.
Con Carlos, las cosas transcurrieron un poco mejor. A diferencia de los anteriores, él mostraba mayor nivel de madurez y de hidalguía, pero su afición a la bebida nos jugó una mala pasada. Es difícil lidiar con un adicto, así que decidí apartarme de su vida por mi bien.
Hasta que finalmente conocí a Marcos y todo ha sido perfecto desde entonces. Marcos posee la combinación perfecta entre caballerosidad, rudeza y ternura. Me enamora con sus detalles súper románticos y me hace delirar por esa manera tan sublime en que sabe tocarme cuando hacemos el amor.
Al final, no me siento mal por lo que viví. Viví muchas experiencias desagradables para conseguir el buen amor, pero finalmente lo tengo a mi lado, más mío que nunca y con altísimas expectativas acerca de lo que nos depara el futuro. Como ves, hay que besar muchos sapos antes de encontrar a tu príncipe azul, ¿Y tú? ¿Te animas?