Todos conocemos a alguien que solo se encarga de amargarnos la vida, es como si viviesen de la angustia ajena. En el peor de los escenarios, ese alguien resulta ser nuestra pareja. Las personas tóxicas viven de la crítica destructiva, el pesimismo y la negatividad. Ellos ven al mundo como un enorme enemigo que siempre les ataca y les juzga, como si se tratase de un juez gigante que con su martillo aplasta la tranquilidad del tóxico.
Siempre se ofenden por todo, y creen que el mundo gira alrededor de ellos. El problema con la gente tóxica, es que muchos logran entrar a tu vida sin demostrar que lo son. Saben cómo ocultar esa parte sucia de su ser y no la sacan a relucir hasta que se sienten en confianza. Los tóxicos no siempre reconocen que lo son, y eso es son los que menos desearías tener en tu vida. Quienes no reconocen que son tóxicos no pueden medir el grado de sus malas acciones, y arruinarte la vida será parte de su día a día.
Las personas tóxicas hay que sacarlas, ya que te pueden atrasar cualquier proyecto de vida que tengas. Alégrate si se cansan de molestarte y no les pida jamás que vuelvan. Siéntete afortunado cuando uno de ellos desaparece, quizá haya conseguido un motivo en su vida para mantenerse ocupado en sus propios asuntos, pues, los tóxicos suelen serlo porque no tienen nada mejor que joderle la vida a las demás personas.