Lo ideal sería que el amor no fecha de caducidad, pero en la realidad parece suele pasar en muchos casos y no necesariamente porque nosotros busquemos eso, simplemente se da.
Tanto el amor como el desamor son acciones cerebrales dadas por la emisión (o no) de ciertas hormonas que determinan nuestro grado de enamoramiento.
Como vez, la sensación de tener el corazón roto tienen una explicación científica después de todo.
La ciencia del amor
Según estudios hechos por la Universidad Rutgers, el proceso de enamoramiento se da por la liberación de hormonas como la dopamina, oxitocina, vasopresina, entre otras. Todas ellas estimulan el sistema de recompensa de nuestro cuerpo haciéndonos sentir felices y enamorados.
Esta investigación indica que las personas que se sienten enamoradas pasan más del 85% del día pensando en su pareja por un tiempo aproximado de entre 1 y 4 años. Esto quiere decir que el amor no es para siempre como se cree por ahí.
Científicamente, el amor es un proceso químico que tiene un principio y un final.
Entonces… ¿el amor se acaba?
Según Palacios, cuando el cerebro carece de dopamina la sensación de desapego y desilusión se hace presente y por ende la búsqueda de la ruptura o reconstrucción del amor.
En caso de que el amor dure más tiempo y sobrepase los plazos estipulados por la ciencia, las hormonas nuevamente entran en acción. La oxitocina y la vasopresina son las sustancias que se suman al deseo de seguir en pareja, las que nos hacen sentir apego y disfrute de las cosas sencillas de la vida más allá del deseo sexual.
No necesariamente el amor siempre termina, el cerebro interviene mucho en nuestro proceso de enamoramiento, pero la manutención y cuidado de la relación depende de cada pareja y no necesariamente de las sustancias que segregamos.
Fuente: Vix