Cualquier acto o compromiso que haya que hacer obligado, llevara un peso con una carga mucho mayor de la que en realidad debería tener, y es que simplemente cuando hacemos algo que no nos gusta, pero lo debemos hacer de igual forma, todo se nos vuelve tedioso, y se transforma en una carga con la que nos cuesta lidiar.
Ser responsables y asumir con compromisos nuestras responsabilidades no debe ser un obstáculo y motivo de complicación para la vida de nadie. Porque cuando las responsabilidades se adquieren con en el corazón, tienen la particularidad de no complicarnos la vida, no son obstáculos ni cargas, y no nos importa cuán largo sea el camino, ningún esfuerzo que hagamos, nos dará pesar.
La manera en la que asumimos los compromisos, marcara una diferencia considerable al momento de tener que accionar o tomar las decisiones que tengan que ver con ellos. Cuando no lo hacemos desde el corazón, amor y sinceridad, ese compromiso toma carácter de obligación y nada obligado se lleva con placer.
Las alegrías de nuestro corazón son arrebatadas por esos actos obligados que nos llevan a detestar lo que hacemos.
Ciertamente, las obligaciones son compromisos, y si bien es cierto que, si nos dieran a elegir, preferiríamos que algunos de ellos simplemente no existieran, ya que sentimos que nos atan, nos limitan, nos pesan, y que nos estorban.
Pero, como no está en nuestras manos elegir, debemos adquirirlos sin tener otra opción posible que pudiésemos tomar, que no sea la de quedar como irresponsables o indolentes ante una determinada situación.
Pero, aunque cueste difícil de creer, y quizás un poco más hacer, cuando hacemos las cosas desde el amor, desde la bondad, desde nuestra capacidad de servir al otro, de ser útil, de ayudar, de ofrecer lo mejor de nosotros a quien lo necesite, es entonces, cuando asumido el compromiso desde el corazón el peso es mucho más ligero y fácil de llevar.
Debemos ser quienes dirigen nuestras acciones desde el amor, desde el placer, sin darle una connotación de obligatoriedad a ninguno de los compromisos que puedan haber. No pensemos que estos nos restan libertad, sino que por el contrario nos ayudan a expandirnos, a ser más versátil, a conocernos, a dar lo mejor de sí, a pensar en lo que está fuera de nosotros, lo cual también es beneficioso.
Y si, por el contrario, sentimos que nos pesan nuestros compromisos, entonces debemos enfocarnos en los propósitos, en los fundamentos, en los pronósticos. Allí encontraremos las herramientas que nos ayudarán a cambiar de posición la carga y acercarla poco a poco a donde ya no pese más.