Las muestras de afectos son uno de los primeros pilares en las relaciones felices y el bienestar individual. Todos, en mayor o menor medida, necesitamos escuchar a alguien que nos diga “te amo”. Cuando lo oímos de manera sincera, el corazón se acelera y se llena de buena energía. Esa sensación de placer que invade el cuerpo es indescriptible y eso es producto de que, las emociones, no solo deben nacer de adentro, sino que deben llenarse con el cariño ajeno.
Pero, no todos tenemos esa cualidad. No todos tenemos la facilidad de decir “te quiero”, “te amo”, “te extraño”. No todos podemos ir por la vida dando abrazos y sentirnos cómodos con la idea del contacto físico, porque algunos, simplemente tenemos corazones de piedra.
¿Por qué hay personas con corazones de piedra?
Hay dos causas, la primera, es que uno haya nacido con una personalidad introvertido y, por ende, el darse a los demás no sea una cualidad natural, y la segunda, es que nos hayan lastimado mucho, haciendo que nos encerremos y, a modo de defensa propia, no nos ofrezcamos al mundo con facilidad.
Los que nacen siendo introvertido, eventualmente dan cariño a las personas que ganan su confianza. No es algo a lo que se resistan, simplemente se cohíben al inicio por vergüenza. Sin embargo, los que fueron lastimados, crean una coraza de la cual solo se logra sacarlos con un cincel y martillo.
Hay que esforzarse mucho para que una persona lastimada, pueda romper su corazón de piedra y dejar latir de nuevo al corazón emocional que una vez tuvo. Eso es algo que solo las personas especiales para los “corazones de piedra”, pueden lograr, eso sí, con muchísimo esfuerzo y paciencia.
Si quieres entrar a las emociones de un corazón de piedra, prepárate para ganarte su confianza y amor con acciones, no palabras. Con calidad, no con cantidad. Con honestidad, no con verdades a media. Del resto, si no tienes la madera para hacer todo eso, entonces no pierdas el tiempo.