De vez en cuanto tenemos la necesidad de contar nuestros problemas porque nos pesa tanto que sentimos que si lo compartimos con alguien puede aminorar el sufrimiento. Ese sufrimiento que a veces viene de las experiencias inesperadas y para lo cual no estamos preparados. Es natural querer aislarse cuando nos sentimos muy mal y no encontramos la salida, sin embargo, comprender que los afines se presentan, apoyan y se solidarizan, puede resultar muy provechoso.
Los científicos afirman que la felicidad no es solo un sentimiento, sino un estado físico localizado en el hemisferio prefrontal de la corteza cerebral. Genera una gran cantidad de endorfinas, hormona que produce un estado de bienestar y reduce la sensibilidad al dolor. La felicidad implica cambios fisiológicos, ya que produce reacciones espontáneas como la sonrisa, el llanto y la risa, y transmite además emociones muy diversas, como tranquilidad, euforia o creatividad.Nuestra naturaleza nos empuja al altruismo, y lo demuestra el hecho de que cuanto más ayudamos a los otros, mejor nos sentimos. El altruismo y el bienestar se retroalimentan hasta tal punto que es la cooperación y no la competición lo que nos ha hecho evolucionar como especie. Actuar sin esperar nada a cambio y ser conscientes de los gestos de los demás nos hará a todos más felices.
Seamos más humanos, seamos más sensibles a la existencia de los demás, solidarizarnos en las penas y sumarnos a la felicidad del otro, nos recuerda que existen motivos de sobra para amar la vida.
Fuente: Rincón del Tibet