No controlar nuestras emociones puede ocasionarnos en la gran mayoría de las veces situaciones o momentos posteriores de los cuales nos podemos arrepentir. Pues de las emociones no controladas derivan los conflictos, frustraciones, impotencia y malestar. En esas emociones no controladas, donde sentimos ira y rabia, no tenemos control en lo que hacemos o lo que decimos, llegando a ocasionar daños en las personas.
Sin embargo, ignorar las emociones o cómo nos sentimos tiene consecuencias tanto para nosotros como para las personas que nos rodean, en especial, las relaciones que mantenemos con una pareja. Porque llega un punto en donde no podemos más, colapsamos y explotamos, drenando nuestra frustración a veces con personas que no tienen nada que ver con lo que nos está pasando.
Si no logramos descifrar las razones de nuestros estados de ánimo, como el verdadero origen de un enfado, o que nos genera tristeza. En definitiva, no nos conocemos lo suficiente, y de algún modo, somos desconocidos ante nuestros ojos. No sabemos quiénes somos y difícilmente pueden conocernos los demás. De hecho, es muy probable que desviemos hacia ellos la responsabilidad sobre cómo nos sentimos.
Lo ideal y lo que debemos hacer, es tomar consciencia de nuestras emociones, de cómo funcionamos a nivel emocional; no solo para conocernos y aprender a gestionarlas, sino también para saber cuáles son sus efectos en nuestro día a día y hacia dónde pueden llevarnos. De esta forma, crearemos relaciones más constructivas.
En general, la inteligencia emocional tanto en la vida como en el amor implica el autoconocimiento de nuestras cualidades y aspectos oscuros inconscientes que pueden influir en la manera que las vamos experimentando.
Por tanto, la verdadera inteligencia emocional requiere identificar y entender nuestros estados de ánimo. Implica reconocer cuando y porqué se está enfadado, nervioso o triste, y actuar sobre las causas y no sólo los síntomas.
Y aunque sea un poco difícil controlar nuestras emociones, debemos intentar aplicar estas técnicas que posiblemente pueden resultar eficaces para detener o frenar malas reacciones en cadena:
- Recordar nuestras virtudes y éxitos.
- Llevar nuestra atención a asuntos concretos.
- Pensar en un futuro más inmediato.
- Meditar habitualmente.
- Preocuparse menos.
- Drenar nuestras emociones a través de la escritura.
- Tomarnos un respiro para recuperar el control.
- Buscar un espejo y conversar con nosotros mismos.
- Lo más importante: encontrar el motivo de nuestras emociones.