Cuando empezamos amar por primera vez, el asunto de mezclar el sufrimiento y el querer parecía ser aceptable. Sin embargo, la madurez nos hace reconocer que no hay ningún amor lo suficientemente bueno, como para merecer nuestro dolor.
Amar no es una profesión, amar y querer ser felices sobre cualquier cosa, es lo que nos hace humanos y, por ende, el amor que aceptamos debería siempre aspirar a ser el mejor. No ames por compromiso, porque sino, no sería amor.
Hay que amar inteligentemente. El uso de la razón no debe apartarse al momento de querer. Tenemos la fea costumbre de creer que amar con locura es amar bien. No, el amor con locura es algo desmedido, intenso en mal sentido y puede decaer en la obsesión.
Podemos amar intensamente dando la mejor versión de nosotros.
Podemos amar intensamente apoyando las buenas decisiones y en las derrotas a nuestra pareja.
Podemos amar intensamente sin perder la cabeza, pero dando el corazón.
Podemos amar intensamente sin decir una palabra.
El amor intenso no se refleja en la desesperación que sentimos por ver a nuestra pareja, el amor intenso se refleja en la manera en que las decisiones de él o ella, impactan sobre nuestra vida y viceversa.