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Tengo una maleta de buenas y malas acciones.

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Me pesa más por las veces que he lastimado, que por aquellas que me lastimaron.

Pero he decidido enfrentarme al dolor que provoca llevar esto en la espalda, y he preferido iniciar un recorrido en el cual, en algún punto, decida soltar la maleta.

Por ello, necesito alguien que me acompañe en este viaje, para que cuando decida tomar el amor con las manos, no se me escape entre los dedos.

Por los momentos, no me interesa un novio que quiera que le entregue mi alma en los primeros 10 pasos.

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No quiero arriesgarme a entregar lo único que me queda y que se vaya por otro camino mientras me despedaza por dentro.

No me interesan esos amores con fecha de caducidad, amores a medio tiempo o amores de juego.

Lo que me interesa, es un hombre de verdad, que no solo se enamore de mí, sino que entienda también, que a mis espaldas llevo un peso muy grande, uno que, con su ayuda, en algún momento podré dejar atrás.

 

Necesito un hombre con grandes aspiraciones, con un poco de ambición y que sepa a donde van sus pasos.

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Que cuando pise, deje huella en mi vida y la de los demás.

Que tenga el carácter suficiente para que, cada vez que tropecemos, se levante y me diga, “Vamos, no ha pasado nada, somos lo suficientemente fuertes para lidiar con una y mil caídas más”.

Necesito un hombre que entienda, que las relaciones no son un asunto de besitos y tomarse de la mano. Que entienda que el verdadero propósito de una relación, es llegar a un lugar, es cumplir una meta, es mirar atrás solo para sorprenderse de lo que una vez fueron y que, al verse el uno al otro, se sientan orgullosos de lo que hoy son estando juntos.

Por eso, necesito un compañero de camino y vida. Alguien que sepa que puedo ir un poco lento, pero cuando me deshaga de la maleta gracias a su ayuda, podré ir tan deprisa como él quiera que vaya.