Hoy puedo contar un día más en el que ya no estás, un día en que recuerdo que aquel suceso me arrebató la posibilidad de verte de nuevo…
Puedo pensar que cada vez falta menos para vernos porque creo en que hemos obrado lo suficientemente bien como para reencontrarnos luego de esta vida, pero eso no me da la calma que necesito. A veces pienso que soy muy egoísta, que me falta fe, pero simplemente no puedo entender por qué te fuiste…
Me parece que la vida puede llegar a ser demasiado injusta, pues nos presenta personas que de un momento a otro se convertirán en lo más preciado que tenemos y así de rápido como llegan así de rápido nos las quita, dejando sólo una estela de lo que fue y un destello de lo que nunca será…
Tu recuerdo se cuela en mis días, en especial cuando la monotonía guía mis acciones. A veces tu rostro se dibuja en las nubes y me invita a acompañarte así sea un rato, pero la gravedad me tiene con los pies muy pegados a la tierra…
A ratos llegas como un pincel que dibuja una gran sonrisa en mi rostro, y otros como una gotera que me cae justo en el centro de la cabeza y me tiene molesta, y no me deja trabajar. Pero casi todo el tiempo tu memoria hace que llueva dentro de mi pecho y mis ojos se quieren inundar…
Hoy he podido mantenerme a flote a través de mil maneras y gracias a mi familia y mis mejores amigos. Desde aquella última vez que me encerré unos días sólo a llorar he mejorado bastante: ya estoy comiendo como debo, tomo un baño diario, he vuelto a escribir esos versos que tanto te gustaban y volví a tomar las clases de idiomas que siempre quisiste que culminara, y tenías razón cuando decías que era buena para eso, que eso es lo mío.
De igual manera, me va bien en el trabajo y he podido disfrutar de mi soledad en distintos escenarios: me atreví a hacer esa excursión a la montaña que durante tanto tiempo planeamos, pude adquirir un lindo bronceado el fin de semana pasado por ir a la playa y no sabes cuántos libros he devorado durante mis tardes en el parque…
Sin embargo, cada vez que se acerca la noche, miro por mi ventana esperando a que aparezcas en mi patio de repente, así como solías hacer, y gritarme frases de amor mientras los vecinos se quejaban del ruido. Así como cuando cantabas a viva voz esas melodías que hacían vibrar tu cuerpo de formas que nadie entendía pero que me provocaban una risa incontrolable.
Y es que nadie hubo ni habrá como tú, por más que lo busque en cualquier lugar del globo, y pensar que ahora tengo que hacer las cosas sola a veces me hacer sentir tan vulnerable que no hallo de dónde poder sostenerme cuando antes lo hacía de tu pecho…
Quiero que sepas que estas líneas las escribo desde el fondo de mi corazón, y que si algún día llegases a leerlas, sería bueno poder recibir algo de vuelta, tal vez un beso con el viento, o un abrazo al dormir, de esos que me dabas y me calentaban hasta el alma…
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