¿No se cansan de leer mensajes? ¿De ver un “buenos días” en una pantalla? ¿De despedirse por medio de un teclado al caer la noche?
Yo apuesto más por escuchar voces, así, cerquita del oído.
Apuesto más por un “buenos días” que salga de la boca de quien me acompañe en la cama.
Apuesto más, por un “buenas noches”, seguido de un beso y la certeza de que mañana, estará ahí de nuevo para desearme un bonito día, en persona, y no por un chat.
Y es que, me cansa ya leer tantos mensajes. Hace falta ir más allá. Retroceder unos años y volver a aquellos momentos donde la tecnología no había matado tantas emociones con su llegada.
Deseamos conseguir un amor de antaño, pero nos aferramos a la facilidad de las máquinas para conectarnos, y no nos arriesgamos a ir un poco más allá. Esas acciones de muestra de amor puro, parece que se han perdido cada vez más.
Así, como diría Charlie Chaplin, “Pensamos más, pero sentimos poco. Más que maquinaria, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos cortesía y bondad”. Sin estas cualidades, el amor y la búsqueda de las emociones propias y ajenas, se ve degradada, perdida y sin valor.
Comencemos a apostar por más encuentros inesperados. Más salidas a ninguna parte. Más compañía y más besos y abrazos. Comencemos a apostar por relaciones sustentadas en la presencia y la acción, y dejemos de lado el teléfono y el computador. Amemos más, escribamos menos.