Muchos nos preguntamos a que se define un amor maduro. Veámoslo así, pongamos que el amor es como pintar. Pero si uno desea pintar bien, primero debemos aprender el arte, debemos aprender a cómo mover un pincel sobre el lienzo. De ahí cuando sabes bien ese arte comienza a fluir todo con naturalidad teniendo un resultado excepcional. Esto quiere decir que un amor maduro es una actitud que primero debemos desarrollar hacia uno mismo para luego hacerlo con la otra persona.
Es por ello, que el amor siempre debe implicar una aceptación en donde los medios y las ataduras no ocupen un espacio en nuestro interior. El amor maduro, ya bien sea en una pareja, con un hijo o un amigo:
– Acepta el pasado sin juzgar, debes aceptar el pasado y tomarlo como una enseñanza de que has aprendido y te ha formado en la persona que hoy eres. Y asume que es imposible cambiarlo, por lo que no tiene ningún sentido renegar por algo que no podrás cambiar. Cuando alguien critica mucho tu pasado es porque quiere humillarte y dominarte a través de ello. Si no aceptas a esa persona como es, entonces no existe el amor.
– Debes aceptar el presente tal y como es, el mayor regalo que podemos hacerle a la persona amada es que sea ella misma. Se sienta a gusto de ser como es, darle la libertad de mostrarse como es, para así tener una conexión autentica. No le hagas críticas constantes o se cerrará ante ti, porque pensará que no es suficiente buena, lo cual terminará poniéndote una barrera en la relación.
– Asume el futuro sin querer limitarlo. El amor maduro quiere, sobre todas las cosas, siempre velará por la felicidad de la otra persona, mientras que sólo el amor infantil se preocupa por sí mismo. Por ello, el amor maduro siempre crea las condiciones para el crecimiento de ambas personas.
Pero claro está, que esta aceptación plena no significa que ambos no trabajen para mejorar, ya que tendrán que cambiar algunas cosas para que puedan adaptarse el uno con el otro, pero sin ser impuestos, sino que debe ser propio de uno, un deseo auténtico de querer mejorar para conectar mejor con esa persona especial, pero sin perder su esencia, manteniendo su identidad. Seguir con las cosas que nos hacen sentir vivos.