El amar desde la necesidad, es una de las formas más desgastantes de recibir y dar cariño. Parte de la carencia del amor propio y la obsesión de esperar siempre, algo a cambio de lo que se da. Muchas veces, las personas que necesitan ser amados, pueden incluso conformarse con las migajas que sus amantes les dan, poniendo por el suelo la dignidad y el amor propio.
El amor incondicional es bueno, pero no debe confundirse con el amor por necesidad. Este último, busca sacrificar todo lo que se tiene, en nombre del amor. En palabras de un poeta, eso sería romántico y hasta hermoso, pero la realidad es que esto es trágico en la medida que los amantes por necesidad, están dispuestos a recibir menos de lo que merecen con tal de sentir un poco de cariño.
Esto no es una enfermedad, de hecho, no conozco a nadie que, en algún momento de su vida, haya sentido necesidad de amar. Es solo una consecuencia directa de la falta de amor propio provocado a su vez, por un desamor o una mala enseñanza del concepto sobre el “amor” en sí mismo.
Por ello, para no pasar por esto, debemos hacerle caso a Jorge Luis Borges, quien dijo: “Así que lo mejor es que cada uno plante su jardín y decore su propia alma antes de tener que esperar a que alguien nos traiga flores”.
Es un tema sencillo en realidad. El primer amor que debemos tener, es el amor propio. De acá parte la fuerza para repartir el cariño que tenemos dentro y nos mantiene el alma llena, sin esa sensación de vacío que es tan propia de la necesidad de sentir amor. Porque el asunto es ese, creemos que dicha necesidad de amar nace en la falta de cariño ajeno, cuando en realidad, es solo un síntoma de que nosotros, no nos estamos amando lo suficiente.