Ansiedad anticipatoria, estos son sus síntomas y cómo enfrentarlo.

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En un mundo tan incierto, lleno de pormenores, resulta común anticiparse a lo que pueda suceder, estar precavidos ante cualquier situación y vivir con ansiedad anticipatoria es no poder respirar porque la incertidumbre y la preocupación reprimen el aire.

Es convertirse en presa fácil, en víctimas de una mente que se apresura y se empeña en traernos los más fatales resultados. Pocas experiencias resultan tan invalidantes como la de quedar bloqueados por esa angustia permanente, donde nuestro cuerpo y pensamientos están atenazados por el miedo.

Si fuese posible poder describir de una manera simple, clara y concisa acerca de la ansiedad anticipatoria, se podría decir, básicamente que es ese mecanismo por el cual, la mente intenta predecir el futuro y crea una proyección negativa ante un hecho que aún no ha ocurrido.

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Para responder a esta pregunta, se debe entender dos (2) aspectos muy sencillos que nos definen a la mayoría. El primero es que si hay algo que necesita el ser humano casi por instinto, es tenerlo todo bajo control. El segundo, es nuestro miedo absoluto a la incertidumbre; no la toleramos, no la manejamos bien, nos agobia y nos frustra más de lo que pensamos.

De este modo, realidades tan comunes como afrontar una entrevista de trabajo, un examen, una cita médica, si esa persona también piensa en nosotros, o el simple hecho de preguntarnos si el mes que viene podremos pagar todos los gastos, nos aboca en ocasiones hacia ese sendero mental donde solo crecen las fatalidades.

Anticipamos lo peor y esa idea nos bloquea y apaga todos nuestros recursos para afrontar cualquier reto u objetivo.

Las personas pasamos una buena parte de nuestro tiempo preocupadas. Esto no supone por sí mismo ningún problema siempre y cuando, eso sí, dichas preocupaciones las manejemos de manera adecuada.

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Haciendo uso de un nivel de ansiedad justo y equilibrado, ahí donde poner a nuestro favor ese nivel de alerta combinado, además, con un enfoque mental flexible y positivo mediante el cual poder encarar las dificultades del día a día.

Sin embargo, lograrlo no siempre es tan fácil. Y no lo es porque nuestro cerebro se rige antes por los instintos que por la razón. Algo así provoca, por ejemplo, que ante una situación de incertidumbre nuestra imaginación tienda a anticipar lo peor.

Esa sensación de angustia estimula al instante a la amígdala, la región cerebral relacionada con el circuito del miedo, encargada de ‘disparar’ todo un torrente de respuestas fisiológicas al liberar hormonas como el cortisol.