En muchos momentos nos encanta resaltar la importancia de la soledad, todavía no vista por nuestra sociedad con su auténtico significado lleno de amor por la vida. De ahí que solemos pensar que aquellos que prefieren tenerla como mejor amiga son personas frías.
Y resulta que es todo lo contrario. Nos caracterizamos como seres humanos por ser vulnerables a la hora de dejarnos llevar por los prejuicios, no pudiendo ver así la verdadera esencia llena de hermosura de aquellos que nos rodean.
«¿Por qué, en general, se rehuye la soledad? Porque son muy pocos los que encuentrn compañía consigo mismos?
-Carlo Dossi-
En este caso, la soledad se llena de titulares que nos hacen evitarla a toda costa, buscando alejarnos de aquellos que predican con su práctica. Cuando no valoramos verdaderamente el mensaje implícito de ello.
El hecho de apreciar estar solos y en nuestra propia compañía es un signo de madurez, inteligencia emocional y un nivel de amor por nuestra persona. La misión de vida a la que todos aspiramos llegar como seres humanos.
Estar solo, es estar contigo
Seamos sinceros, implica gran valor el estar dispuesto a enfrentarse a sí mismo, siendo esto el origen de todos nuestros miedos. Somos los creadores y destinatarios de nuestros temores. Y dependiendo de cómo gestionemos estos podemos tener más o menos poder, ser mejores o no como personas de luz.
Cuando aquel que sea capaz de convivir con la soledad y escuchar su corazón, entonces se tratará de una persona cargada de un don: el de la libertad emocional propia. Ser libres emocionalmente en nuestro siglo es un tesoro, y construir un entorno y relación con estas características un bien preciado.
Las personas con este don se caracterizan porque respetan, primero a sí mismas y en congruencia a aquellos que quieren. Valoran el silencio y saben que decir y en qué momento mantenerse al margen.
La soledad permite ese espacio tan preciado por muchos, y muy necesitado y demandado por otros. Concederse momentos apartados de nuestro ser amado, pero solo en tiempo y espacio, nunca en corazón, genera respeto mutuo. Todo ello implica los ingredientes perfectos para construir una relación cargada de amor incondicional.
A los que nos encanta y necesitamos pasar tiempo con nosotros mismos comprendemos que esta peculiaridad y rasgo nos propicia el conocernos mejor y, en consecuencia, crear las herramientas y libertad para conocer a nuestra pareja.
La soledad permite conectar con nuestra esencia
Probablemente, así también podremos acompañar a nuestro compañero de vida al mismo destino: la mejor versión de nosotros mismos. Ya sea por amor, motivación, sinergia… La soledad nos permite entender que existen las prioridades y que no somos el centro del universo para ningún mortal.
La soledad nos permite comprender que no todo es permanente, tanto lo positivo como lo negativo… Y por tanto, que estamos en constante movimiento y cambio.