Si te enamoras, sentir dolor alguna vez en tu vida, puede que sea inevitable. No por esto, el amor es malo. Simplemente, a veces las cosas no se dan como uno quiere o tendemos a escoger a alguien que no es el indicado. Es ahí cuando el amor se vuelve doloroso y cuando la entrega de nuestro ser, se vuelve un martirio en vez de algo placentero.
Las personas que son lastimadas, se ven forzadas a recluirse detrás de un muro el cual van construyendo con cada decepción. Estas, destruyen a la persona, la cual, recoge pedazo a pedazo lo que queda de ellas y, las partes más duras, son usadas para construir una coraza la cual, cuando se completa, solo los más inteligentes, pueden traspasar.
No se logra romper, no se logra entrar al interior de una persona rota a la fuerza. Se hace buscando las grietas de ese muro que rodea la parte emocional. A través de ella, la otra persona debe empezar a comprender las emociones del otro y solo, los que realmente poseen un interés verdadero por entrar y quedarse, son los que pacientemente van de grieta en grieta, conociendo cada razón de por qué, el amor de su vida, decidió ser alguien frío y sin aparentes emociones.