Toda acción, tiene un efecto. Tanto las positivas como las negativas, se ven reflejadas en nosotros. Por ello, una persona que ame, verá reflejado el amor que ofrece, dentro de sí, y de su calidad de vida y emociones. Por otra parte, una persona que engañe, tendrá que lidiar con la mentira dentro de su espíritu, incluso cuando se considere una persona sin cargo de conciencia.
La mentira se ve reflejada en nuestra vida con el mismo impacto que se ve reflejada en la vida ajena. La mentira nos consume de a poco, y es inevitable que se descubra. Esta empieza a carcomer el subconsciente y luego, cuando ha cobrado madurez, la conciencia empieza a sufrir los estragos de dicha mentira.
Por ejemplo, una infidelidad como la de dar un beso a otra persona, hablar solamente por mensajes de un modo indebido y fantasear con dicha persona, hace que con el tiempo, el subconsciente pueda traicionarte, ya sea cambiándole el nombre a tu pareja por el de tu amante, o soñando y pronunciando su nombre en voz alta.
Al mismo tiempo, el engaño hace que forcemos la pérdida de interés en la relación, y no es hasta que ya dicha relación se acaba, que nos percatamos de que hemos perdido una luna, por ir tras una estrella fugaz.