“Durante toda mi vida he entendido el amor como una especie de esclavitud consentida.
Pero esto no es así: la libertad sólo existe cuando existe el amor. Quien se entrega totalmente, quien se siente libre, ama al máximo.
Y quien ama al máximo, se siente libre. Pero en el amor, cada uno de nosotros es responsable por lo que siente, y no puede culpar al otro por eso.
Nadie pierde a nadie porque nadie posee a nadie.
Y esta es la verdadera experiencia de la libertad: Tener lo más importante del mundo sin poseerlo.”
Paulo Coelho-
La libertad emocional se disminuye en la medida que nuestra entrega, es razón de algún pesar. Por ejemplo, en una relación tóxica, nuestra libertad emocional se ve estrangulada por nuestro miedo a terminar con la relación.
Si nos privamos de esta libertad, perdemos la capacidad de escoger en base a lo que nos hace bien. El apego en sí, no es malo, lo malo es cuando este apego se vuelve desmedido y atenta contra nuestra capacidad de elección. Pero, ¿Cómo saber cuándo la relación o el apego está consumiendo parte de dicha libertad emocional?
La verdad es que es más difícil de lo que parece. Quien no está enamorado, puede ver las cosas muy claras desde afuera, pero dentro del apego, todo es gris, desenfocado y cuesta ver los pliegues con los que está cocida la relación.
La mejor manera de darse cuenta que nuestra libertad emocional está siendo afectada, es prestando atención a la sensación real que provoca estar con la pareja. El apego no debería ser asfixiante, no debería sentirse como una carga de responsabilidad y no debería suprimir nuestros deseos.
Aunque no lo creas, estas sensaciones pueden llegar a confundirse con el apego en la medida que la persona no tenga experiencia en este tipo de relaciones.
Otra manera de perder la libertad emocional por alguien, es desplazando el cariño por la costumbre, esta última termina convirtiéndose en una relación donde el mostrar afecto, se vuelve un acto de responsabilidad y no de desinterés y cariño verdadero.
Hay que estar muy consciente de, no sólo a quien amamos, sino de cómo creemos amar, porque a veces, este amor suprime nuestra libertad emocional, dejando de ser una relación para convertirse en una esclavitud emocional.