Antes era la esposa dedicada, la que jamás descuidó sus labores como madre y su rol como cuidadora del hogar. La comida caliente y bien preparada nunca faltó en tu mesa, justo como te gustaba, y no hice más que servirte por años enteros, renunciando a mis deseos de estudiar y salir a explorar el mundo.
Te dí todo de mí y más. En las noches de frío y tristeza, te abrigué con mi manto protector y fui tu sostén en los momentos más difíciles de tu vida. Hice hasta lo insospechable para asegurar tu felicidad y, pese al sacrificio, sentía que valía la pena mi esfuerzo por ser la mejor para ti, pero no fue suficiente.
En vez de entregarme tus fuerzas sexuales, decidiste dárselas a alguien más. Pensaste que no podría darme cuenta: qué iluso y equivocado estabas. Esas estancias en tu smartphone hasta altas de la noche no eran por “asuntos del trabajo”, como solías argumentar. Te enlodabas, sí, y te llenabas de suciedad con una cualquiera que simplemente deseaba tu dinero. Y pensar que jamás te imaginé capaz de semejante comportamiento…
Todo esto sucedió hasta que me cansé de ser la idiota. Qué duro es saber que lo has dado todo por años y que recibirás a cambio no más que sufrimiento y desilusión. Qué fuerte es mantener la cabeza erguida y el ánimo de seguir viviendo. Sin embargo, perseveré, me harté y cambié para siempre respecto a ti.
Conocí a ese otro chico mientras estaba en un vaivén contigo, te lo digo sin remordimientos. Fue en una de esas noches de soledad profunda en las que decidí asistir a la discoteca de turno y ahogarme en alcohol. Mientras bailaba desinhibidamente, un chico se acercó a mí y me invitó un trago.
Luego de un par de copas, me hizo una propuesta indecente. Al principio me rehusé, recordé todo lo que mi madre me enseñó acerca del comportamiento que toda dama debe llevar. Pero el daño ya estaba hecho y no había vuelta atrás.
Sí. Mientras tú te revolcabas con la otra, te fui infiel con otro hombre. Y lo disfruté, muchísimo. Fue maravilloso sentirme amada de nuevo y deseada. Su lengua estimulante recorrió mi piel y la hizo suya de una manera que jamás lograste. En definitiva, recuperé mi confianza y mi respeto. Ahora estábamos a mano.
Algunos podrán censurar mi conducta pero, ¿qué más da?, lo importante en esta vida es ser feliz y vivir intensamente. Tú deseaste hundirme y romper con la mujer modelo para ti. Pero se acabó, y ahora soy otra, más consciente y amorosa conmigo misma. ¿Te duele? Sufre lo que yo sufrí. Ahora llegó mi turno de ser infiel…