El perdón se considera un don, y pocos tienen esa cualidad de dominarlo. Pero, no es lo mismo perdonar, que dar segundas oportunidades.
Mientras que podemos perdonar sin ofrecer otra oportunidad a quien nos lastimó, no podemos dar esa segunda oportunidad sin que perdonemos. El perdón en sí mismo, no es un acto que se hace para satisfacer a quien nos hizo daño, sino más bien, es una acción muy íntima que hacemos exclusivamente, por nosotros mismos.
Verás, el perdón nos hace libre, y eso se debe a que esta acción nos da la capacidad de aceptar que el pasado y aquello que nos hizo daño, ya no lo hacen y ya no existe. El perdón es una manera de impulsarnos a ver hacia el futuro y a no aferrarnos a lo malo. Si te fijas, dentro de su concepto nunca está entablada la frase “segunda oportunidad”.
Por otra parte, dicha segunda oportunidad, es la capacidad de perdonar y aceptar que alguien que se haya equivocado, vuelva a intentarlo, con el riesgo de que vuelva a fallarnos o, como ocurre en pocas ocasiones, mejore.
Las segundas oportunidades no deben darse a diestra y siniestras, porque pueden deteriorar nuestra dignidad. Es decir, si damos oportunidades tan fácilmente, perdemos nuestro auto-respeto, porque estamos dejando entrar en nuestra vida a quienes nos lastimaron de una manera muy fácil.
Debemos aprender a decir que NO. Muchas de las personas que dan segundas oportunidades, no lo hace porque quieren intentarlo de nuevo, sino porque les da lástima el supuesto dolor de quien reconoce que se equivocó. Dar una segunda oportunidad por lástima, es darse una puñalada y un primer paso al desarrollo de una relación tóxica.
Si te amas de verdad, no das segundas oportunidades guiada por una mera emoción, sino que lo haces desde la razón, luego de haber meditado bien si realmente esa persona lo merece y si vale la pena tu tiempo.
No te acostumbres a dar segundas oportunidades, porque el corazón empieza a perder su valor. No te olvides de cómo perdonar, porque eso es un acto que siempre será para mejorar tu propia vida.
Y nunca te permitas odiar, porque vivir en el rencor, es la vía más rápida a aferrarte a un mal sentimiento del pasado.