Carta para mi querido amigo, gracias por ser siempre mi roca.
Gracias por soportar mi carácter y aceptarme con mis debilidades y fortalezas. Virtudes y defectos. Gracias por siempre estar para mí, a pesar, de que ambos estemos conscientes que nos hemos herido en algunos momentos, y esos momentos se han tornado oscuros, pero luego aclara incluso mejor que antes.

Esos momentos han ayudado a reforzar nuestra amistad, a aprender a tolerarnos, a aceptarnos, a comprendernos, y a darnos cuenta, que a pesar de todo lo que pueda pasar entre nosotros, existe un cariño inmenso que nos unirá para toda la vida.
Y es que cada día, a pesar que ninguno de los dos lo diga, y ambos nos hagamos los desprendidos, nos queremos mucho más, y eso es lo más hermoso de nuestra amistad. Y es que más que las palabras, están las acciones y las emociones que se desbordan sin expresar ni una palabra.
Gracias amigo por quedarte en aquellos tiempos, en los de ahora, y estoy segura que te seguirás quedando en los momentos futuros que la vida nos tiene preparado para seguir disfrutando y fortaleciendo nuestra amistad. Te pido disculpas por herirte, porque cuando lo hice, me herí a mí misma.
Estoy consciente, que existieron muchas veces en las que quise rendirme, pero me rescataste sin que yo tuviera que pedirlo. Gracias por ser mi mejor amigo. Gracias por creer en mí cuando nadie más lo hizo. Eres mi regalo del cielo. No tengo ni idea de cómo me merecía este amor incondicional tuyo.
Pero estoy segura que, si me lo merecía, porque sé que a pesar de mis defectos y errores soy una buena persona, y mi premio por ello es tu amistad.
Gracias por darme todas las cosas más preciosas que tenías: amor, comprensión, paciencia, un hombro sobre el que llorar. Me siento tan bendecida. Nunca quise robarte tu tiempo, nunca quise pedirte que estuvieras conmigo todo el tiempo. No importaba; tú estabas de todos modos.
Nunca quise ser egoísta, pero hubo momentos en los que sentí inseguridad, sentí incertidumbre de perder tu amistad, de que me remplazaras, y a eso le tenía un temor terrible. Por favor, perdóname.

Pero, gracias por siempre darme mi puesto, y hacerme comprender que soy incomparable e irremplazable. Gracias por buscarme cuando me alejaba de ti por miedo, gracias por siempre querer estar conmigo, y hacerme saber que nunca te irías. A ti mejor amigo, una y mil veces más, GRACIAS.