A veces el adiós en la pareja es latente, en el fondo se sabe que las cosas ya no tienen solución. Sin embargo, no es fácil soltar, al ser humano le cuesta dejar ir en lo que ha invertido, incluso cuando ya no hay amor.
La costumbre es tan mala como la soledad, es llevar una relación en la que solo se ven para guardar las apariencias, pero hace tiempo que dejaron de quererse, de apoyarse y de encontrarse. Esto es señal de que es tiempo de dejar de luchar por esa relación:
- Se esta dando de más: Una relación es de dos, no importa la cantidad de amor que se tenga para darle a esa persona o las ganas que se pongan para que funcione la relación. Si somos los únicos que estamos remando para llegar al otro lado, no funcionará.
- ¿Por qué seguir ahí?: Es momento de hacernos esta pregunta. Si ni siquiera podemos contestar la razón por la que estamos con esa persona, es momento de marcharnos.
- El tiempo no fue en vano: Es claro, que la relación va por etapas, se pasa por una transición, desde el enamoramiento hasta el amor verdadero. Llegar a esta madurez cuesta, pero no todas las parejas lo logran, si ya se llegó al punto de que la pareja nos enfada y la pasamos mejor sin su compañía. ¿Por qué aferrarnos?
- Se han faltado al respeto: Se sabe que una relación no es sinónimo de miel sobre hojuelas, los problemas son frecuentes, pero de ahí a pasar a los golpes, insultos o críticas constantes, lo único que se está formando es una bomba, que tarde o temprano va a estallar.
- Peleas cíclicas: No hay nada más monótono y desesperante, que caer en las mismas peleas de siempre. Son problemas que no se superan, que hacen como que todo está bien, pero en cualquier momento los sacan de nuevo para herirse el uno al otro.

- Los demás lo saben: Cuando uno se aferra a una relación tóxica, ignoramos a los que están a nuestro alrededor. Esas personas son las que se dan cuenta que hace tiempo ya no somos felices y que somos los únicos que creemos la historia montada.
- Exceso de drama: Una vez que el drama se apodera de la relación, ya no hay marcha atrás, es como si les faltara para sentirse bien en el día a día. Llega la noche y se sienten agotados, incómodos y hasta miserables de estar en un sitio en donde no son felices.
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