En realidad no se puede hablar de una mente “normal” y otra “anormal”. Si te fijas, lo que en un tiempo y en un lugar es “normal” en otra época y otro sitio puede ser considerado patológico. La mente y el comportamiento humanos tienen manifestaciones muy variadas, y no porque se salgan de lo común quiere decir que estemos ante alguna suerte de problema.
Pese a lo anterior, también es bueno recordar que la mente sí puede presentar problemas y/o enfermar. Por ejemplo, esto sucede cuando alguien desarrolla ideas o conductas que hacen daño sistemáticamente a sí mismo o a otros, o cuando hay una dificultad severa para distinguir los hechos de las fantasías.
La percepción y los problemas en la mente
La percepción es la capacidad de captar el mundo con los sentidos. Oído, vista, tacto, gusto y olfato. Lo adecuado es que percibas el color, el olor, la forma, etc., tal y como son. Vale, sí de acuerdo, con un margen, nuestro sistema perceptivo es especialista en jugarnos “malas pasadas” y no por ello en nuestra mente hay un problema serio. Para determinar si lo es o no lo es, una pista reside en evaluar si estas “malas pasadas” condicionan nuestra vida: en qué grado y si son o no la causa de un malestar.
La organización del pensamiento
Es comprensible que todos tengamos momentos o etapas de dispersión. Vamos de un tema a otro, o de una actividad a otra, sin mucho orden. El estrés hace que el caos todavía lo parezca más. Por lo general, la consecuencia es “solamente” más estrés.
El problema aparece cuando esa dispersión se convierte en incoherencia y se mantiene de manera casi constante. Tal incoherencia se refiere a una cierta incapacidad para mantener el hilo de un pensamiento o una conversación. Se salta de una idea a otra, sin nexo aparente entre una y otra.
El contenido del pensamiento
El contenido del pensamiento denota una mente afectada cuando tiene ciertos rasgos. El más notorio de ellos es la fijación. Las creencias inflexibles e intensas son por sí mismas un problema. Pero cuando además están alejadas de la realidad, pueden ser la fuente de una gran angustia.
Una cosa es que alguien tenga una convicción absurda, pero logre sortearla. Esto quiere decir que no le provoca un malestar ni intenso ni continuo ni frecuente. En ese caso, podríamos hablar de una intolerancia. Pero si esa creencia fija origina grandes dosis de angustia, podríamos hablar de un problema a otro nivel.
El estado de conciencia
En nuestra cotidianidad hay muchos hechos que escapan a la conciencia. Esto es propio de cualquier mente “normal”. Por ejemplo, ocurre cuando nos levantamos de la silla para hacer algo y, apenas estamos de pie, olvidamos o dejamos atrás de forma deliberada nuestras intenciones.
En caso de que estas fugas de conciencia se vuelvan habituales, o involucren hechos relevantes, podríamos hablar de un problema en la mente. Si alguien lleva a cabo algo y después no tiene idea de por qué o para qué o cómo lo hizo, entonces tenemos una buena razón para sospechar.
Fuente: La mente es maravillosa