Dialogar sobre un abismo emocional supone, en primer lugar, un reconocimiento: algunas veces creemos por momentos de sentir una gran tristeza. Aquellos instantes en los que nos resulta poco fácil de mirar una salida, pasamos como si nuestro planeta se destruyera y llegamos a pensar que nada podemos realizar.
Sin duda alguna, consiste de una razón la cual nos puede provocar dolor y mucho sufrimiento. Pero no es solo lo único, también puede agregarnos a nuestro bienestar. Así, avanzaremos en los peldaños para ir mejorando nuestra propia calidad de vida.
¿Qué es el abismo emocional?
Cuando mencionamos un abismo emocional, hacemos mención a un dolor extremadamente profundo, incapacitante, a distintas etapas. Esto se puede originar de diferentes maneras la cual la mayoría de ellos posee una conexión con el conflicto o la pérdida. Esto puede provenir en lo que comúnmente conocemos como crisis existencial, ya que nos obliga a plantearnos resoluciones a cuestiones totalmente profundas y que ocasionan un efecto en nuestro autoconcepto.

Autoconocimiento y autodisciplina, dos mecanismos fundamentales:
Saber quiénes somos ayudara que conozcamos cuál es el punto de origen de aquel dolor inmenso. Ya una vez sabiendo de qué se trata, podremos explorar técnicas para solucionar eso que tanto nos estresa, cambiándolo o continuar adelante.
Pues bien, la autodisciplina nos ayuda mucho a mantener las referencias: valores e intereses. Así, salvando los puntos de referencia de nuestra propia brújula, lograremos poder salir del abismo emocional. Es decir, colocándole mucho empeño, siendo muy constantes y yendo en sincronía con cada uno de nuestros objetivos, estamos mucho más cerca de poder dejar ese dolor inmenso.
Darnos acceso una táctica para hacer frente al abismo emocional:
Podemos sentir esa sensación de agobio, sin saber qué debemos hacer. Entonces, un trazo fundamental es darnos un total acceso para sentir. Los sentimientos no son malos ni buenos; su objetivo es transmitirnos una clase de energía especial y enviarnos un mensaje para poder así reaccionar.
Otórganos un gran acceso, significa dejar circular ese mar de puras emociones. Eso sí, cada vez estaremos siendo más afirmativos y conoceremos en qué momento es correcto en darle a nuestros sentimientos y pensamientos esa libertad.
Chao a la culpa y a la vergüenza:
Tanto la culpa como la vergüenza son emociones totalmente complejas muy limitantes. Por ende, en distintos momentos es esencial decirles un adiós. No es señal de que debemos dejar de sentirlas y que las neguemos o comprimiremos por completo, es solo dejarlas ser, pero desuniendo nuestro comportamiento o corriente de pensamiento de ellas. Pasa que, cuando les otorgamos ser protagonistas, nos terminan haciendo mucho daño, ya que vivenciamos una y otra vez esos momentos relacionados con el abismo emocional en el que nos hallamos.

Solicitar apoyo puede ser una gran alternativa:
Hay veces que sentimos una total vergüenza al momento de solicitar una ayuda, cuando en realidad podría ser una gran alternativa. Todo ser humano necesita de los demás, la disposición social así lo comprende y de alguna forma la naturaleza también. Pues bien, lo que es realmente fundamental es saber bien cuándo pedir esa ayuda, a que persona pedírsela, igual que aceptarla y agradecerla.
Existen tipos de asuntos que los individuos más cercanas no saben cómo lidiar, para eso en este planeta existen expertos de la salud mental. Podríamos asistir a algún psicólogo o psiquiatra. Conociendo siempre que no se trata de que otros nos solucionen, arreglen o nos resuelvan la vida, sino es que actúe como un mecanismo de ayuda para salir adelante.
En busca de su sentido, en busca de nuestro sentido:
Cuando nos encontramos a mitad de un abismo emocional puede que no conozcamos cómo continuar ni a dónde encaminar. Es clave en esos fragmentos que iniciemos un viaje con el fin de hallar el sentido de nuestra vida.
¿De qué consiste?
El neurólogo y psiquiatra austriaco Víctor Frankl, diseño una clase de terapia y conocimiento increíble que nos brinda la invitación a rescatarnos aún en las malas circunstancias. Este lo nombro logoterapia, y mencionaba que no podemos transformar las situaciones externas, pero si el modo de asumirlas y nuestros actos.
Pues bien, en su libro “En busca de sentido” cuenta sus propias anécdotas en el campo de concentración nazi, donde consiguió la fuerza que nos aporta el hecho de ser totalmente capaces de darle un total sentido a nuestra propia vida. Trata de proveerla de significado: es una actividad de análisis pero también de acción, de cambios y de diseño a partir de los mecanismos y oportunidades con las que contamos.